La ví. Estaba tan sola! Sentí como, sin hablarme, me llamaba... La seguí observando. Seguía ahi, apacible, sensual, tranquila. La suave curvatura de la mitad de su cuerpo me tentaba a posar mis manos ahí, y retirar suavemente lo que la cubría, lo que no permitía que viera lo que había mas allá, no dejándome disfrutar su esplendor, resumiendo todo a mi imaginación... Debía hacerlo? Tal vez no era moral... Tal vez tuviera dueño... Quién sabe que reproche vendría después? Poco me importó. Sucumbí ante la tentación, caminé hacia ella y la envolví suavemente con mis manos. La hice mía, tomé de ella hasta lo último que me ofreció. Tal vez pequé. Tal vez no.
Y así fue como, en un acto de egoísmo, me comí la última banana que quedaba en la frutera.
1 comentario:
me gustó este blog ;) comente la entrada anterior
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