Diego me dijo que tenía videocassetera.
Una sonrisa enorme se dibujó en mi rostro.
Rápidamente agarré el video y fui a su casa.
Toqué el timbre con todas las ilusiones puestas en la puerta.
Cuando llegué, Diego pronunció una frase atroz:
La videocassetera no anda.
Gracias, Diego.
Gracias.
Fue lindo estar ilusionada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario