Había una vez un muchacho en un bar. Conoció a una chica.
Bebieron alcohol, tuvieron sexo, tomaron unas rayitas de merca.
Casi al final de la noche, a la chica comenzó a sangrarle la nariz. El chico se arrancó una manga de la camisa y se la prestó para parar la hemorragia.
Luego, la acompañó a su casa.
Al otro día, fue a buscar la manga de su camisa. Tocó timbre y lo atendió una vieja deforme en tanga que afirmaba que esa chica había muerto hace dos años por una sobredosis, y le dijo que si no le creía que vaya a ver su tumba.
El chico fue al cementerio y encontró la tumba de la chica, con la manga de su camisa manchada de sangre, merca y moco.
Esto no es un plagio.
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