Erase una vez una hermosa princesa, dormida en un altar en el medio del bosque, condenada al sueño eterno por su mal desempeño en la limpieza del hogar. Dicen que trabajar limpiando una casa es un trabajo peligroso, pero nadie creía que llegaría al extremo de condenar a alguien al sueño eterno, hasta que dicha princesa limpió mal la repisa de la bruja y retiró las telarañas de las esquinas.
-¿Cómo pudiste hacerme esto?- Le gritó eufórica la bruja escupiendo su cara.
-No fue mi culpa.- Dijo la princesa -Solo pensé que se vería mejor así.- Agregó en un tono dulce cargado con culpa.
-No debiste hacerlo- Respondió la bruja -Condenada al sueño eterno estarás ahora, hasta que el elixir de un príncipe de sangre pura te salve de él. Y así fue como la princesa quedó sumergida en el eterno sueño y llevada por los ghouls de la bruja hasta el altar donde ahora se encuentra, en el medio del bosque.
Un día de primavera un carancho daba vueltas por la zona en el momento que vio a la princesa en su eterno descanso. Miró confundido, ¿Estaba durmiendo o estaba muerta?. En caso de darse esto último sería su oportunidad de comer algo, hacía días que no comía. De esa forma fue como el carancho esperó y esperó, días y días, pero la princesa no parecía moverse de su lugar.
-Ya fue, está fiambre- Pensó el carancho en voz alta y se lanzó en busca de su sospechosa y poca putrefacta presa. A él no le agradaba comer carne en buen estado, pero habiendo esperando tantos días no se iba a andar con exquisiteces. El carancho se posó a un costado del altar y lentamente picoteó a su presa para asegurarse de que estuviera muerta.
-Sabe raro- Pensó en voz alta nuevamente.
En ese momento del bosque apareció un apuesto príncipe, que al ver los actos del animal desenfundó su espada y exclamó
-¡ Aléjate de esa mujer ave rapaz!-.
El carancho hizo caso omiso a la advertencia del príncipe. Este enfurecido y acercandose precavidamente exclamó
-¡Que te alejes te dije!, aléjate de la princesa que debo despertarla de su sueño eterno.-.
El carancho confundido con lo que dijo el príncipe pensó en una posible mascarada de príncipe azul para un añorado nigromante (añorado porque donde hay nigromantes hay carroña). Feliz y sonriente el ave contestó
-¿Así que puedes levantar a los muertos?-
-No está muerta.- Dijo el príncipe
-Si, hace días que no se levanta. Está fiambre.-. Respondió el carancho
-¡¿Cómo te atreves?!- Gritó el príncipe mientras se abalanzaba sobre el ave.
El carancho, asustado por la actitud del príncipe, emprendió vuelo soltando varios "¡Pcua!" durante su marcha, sin alejarse mucho. En los bosques comenzaron a sentirse movimientos de varios seres, el príncipe miraba a un lado y al otro confundido por tales sucesos. Los compañeros carroñeros del carancho habían acudido a su llamado. Abogados, vendedores de seguros, tarotistas, políticos y varios religiosos acudieron a tal llamado. El príncipe no tuvo oportunidad y sucumbió ante los golpes de maletines, copas, cetros y puñaladas de navajas gitanas.
Esa noche el carancho y sus amigos carroñeros se reunieron alrededor del altar para celebrar lo logrado. Esa noche épica, señores, cenaron príncipe mientras contaban chistes y anécdotas. Y esa noche decidieron que la princesa ahí dormida era un negocio rendidor, ya que siempre habría príncipes que acudieran a su rescate y no tengan problemas en blandir su espada contra un indefenso carancho. Después de todo, los príncipes son infinitos por estas tierras.
5 comentarios:
Jodeme que se te ocurrió esto por los juegos que le regalaste a Martina.
Más excelente no lo pudiste haber hecho. Me hizo acordar a esta mini saga que escribí alguna vez.
Eh mondoke. Que onda?¿? te borre el mensaje o lo borraste vos?¿?
Yo no lo borré...
(inserte música de la dimensión desconocida...)
muy bueno mau!! Me cague de risaaa! aguante el caranchoo xD
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